sábado, 18 de diciembre de 2010

51 AÑOS DE RICARDO MERINO

EL 18 de diciembre Ricardo Antonio Merino Serrano cumple 51 años de edad.
fue miembro de la dirección
nacional del grupo insurgente Alfaro Vive Carajo (AVC) y comandante
de la zona sur de la organización. Además, su pareja,
Rosa Silvana Rodríguez Jaramillo fue, junto con Arturo Jarrín,
una de las fundadoras del movimiento.
Ricardo Merino residía en Quito e inició su actividad política
desde muy joven como dirigente colegial desempeñando algunos
cargos de representación estudiantil conjuntamente con
Fausto Basantes, con quien fue compañero desde los 12 años.
Fue presidente del Consejo Estudiantil del Colegio Mejía y dirigente
de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador
(FESE), de la Federación de Estudiantes Universitarios del
Ecuador (FEUE) y se vinculó con el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria del Ecuador (MIR-E).
Su primera detención se produjo en el marco de una protesta
estudiantil y popular desarrollada en Quito en abril de 1978,
conocida popularmente como la “Guerra de los Cuatro Reales”,
con la que durante la última dictadura de la Junta Militar de
Gobierno, presidida por el almirante Alfredo Poveda Burbano,
se reclamaba contra la elevación de las tarifas de transporte urbano
y del costo de la vida. En aquella ocasión, según lo manifiesta
su hermano Alfredo Merino, “le torturan durante un día y
le rompen los ligamentos, y él llega a la casa con los ligamentos
rotos pero por sus propios medios”1.
El 10 de agosto de 1982 fue detenido por agentes vestidos de
civil que ingresaron a su domicilio y lo llevaron a los calabozos
del Servicio de Inteligencia Criminal (SIC) de Pichincha, donde
fue torturado. Se lo acusó de participar en un robo producido
en la Universidad Católica, fue liberado bajo fianza y en marzo
de 1983 fue sobreseído.
En 1983 fue apresado nuevamente y acusado de participar en el
asalto a un pagador a la entidad Casabaca, empresa dedicada al
comercio automotriz en Quito. Nunca hubo acusación particular, no obstante, permaneció preso en el Penal García Moreno.
Durante este tiempo su padre murió con cáncer, el 28 de junio de
1983. Ante aquel hecho Clara Merino, hermana de Ricardo Merino,
y Rosa Rodríguez solicitaron las autorizaciones correspondientes
para que él pudiera asistir a la misa y sepelio de su padre,
lo cual le fue concedido. Al concluir las exequias, un operativo
por parte de AVC, lo liberó, pasando desde entonces a la clandestinidad.
El operativo sorprendió al propio Ricardo Merino,
pues no tenía conocimiento del mismo.
Clara Merino, por ser quien solicitó las autorizaciones requeridas,
fue amenazada varias veces: “ahora sí lo vamos a matar”2.
También señala que los amedrentamientos incluían disparos
en las puertas laterales de su vivienda, incluso llegó a aparecer
una leyenda pintada en la casa de sus padres, asegurando que
se asesinaría a su hermano en la misma fecha que se fugó, un
28 de junio. Asimismo, señala que en más de una oportunidad
se produjeron allanamientos en lugares donde Ricardo Merino
guardaba sus documentos, escritos personales y políticos3.
De las investigaciones realizadas por la Comisión de la Verdad,
se conoce que la organización AVC decidió que Ricardo Merino
y Rosa Rodríguez se trasladen a la ciudad de Cuenca con el
propósito de conformar el denominado Comando Sur de AVC.
Dadas las convicciones políticas de Ricardo Merino priorizó el
trabajo político y organizativo, sobre todo con campesinos, mujeres,
comunidades cristianas y con personas relacionados con
el espacio académico.
El 28 de mayo de 1986 se realizó en Cuenca una marcha de organizaciones
populares, desfilaron en columnas y con herramientas
de trabajo en la mano, simbolizando armas, y fue una
marcha que tuvo una convocatoria masiva. La organización y
el compromiso evidenciado en esta movilización pudo haber
puesto en alerta a las autoridades sobre el alcance de los sectores
populares, según varios testificantes (Clara Merino, Rosa
Rodríguez y Rubén Ochoa).
Hugo España, ex agente del Servicio de Investigación Criminal-
10 (SIC 10), en su libro El Testigo relata el inicio de su permanencia
en la ciudad de Cuenca, a donde fue enviado para
realizar una misión:
“En esta ciudad pasé un año [llegó en 1985] (…). A la mañana
siguiente de nuestro arribo hicimos formación en la sala de
aquella vivienda y ahí fue donde conocimos a los Oficiales bajo
cuyas órdenes trabajaríamos en Cuenca: El Mayor de Policía
Paco Urrutia y los Tenientes Marco Ortiz y Edgar Machado, que
junto a los 7 que éramos de tropa, integrarían este grupo especial
(…). En la primera reunión se trató algo que fue considerado altamente
secreto: se habían formado en Cuenca varias células del
grupo subversivo “Alfaro Vive, Carajo” (…). A mí me ordenaron
seguir a Ricardo Merino de A.V.C, a Fausto Dután dirigente sindical
falsamente acusado de subversivo y a una mujer de apodo
Cecilia4, jamás se me dijo su verdadero nombre, compañera de
Ricardo Merino”5.
Relación de los hechos
28 de junio de 1986
El 28 de junio de 1986 Ricardo Merino estaba solo en la casa en la
que vivía en la ciudad de Cuenca y su pareja Rosa Rodríguez se
encontraba en Quito. En la noche de aquél día efectivos policiales
irrumpieron en su casa en vista de que según se relata en el informe
del Servicio de Investigación Criminal del Azuay6 (SIC-A):
“Habiéndose conocido en esta ciudad, que las casas de seguridad
donde se efectúan este tipo de reuniones, están ubicadas en la calle
Tarqui No. 1414 y Pío Bravo, donde cohabitaba el delincuente
RICARDO ANTONIO MERINO SERRANO, prófugo del Penal
García Moreno, alto dirigente del grupo subversivo Alfaro Vive
Carajo y responsable No. 1 del Comando de esta organización
guerrillera en la ciudad de Cuenca, quien utilizaba los alias de
“JACINTO” o “ESTEBAN MONTERO LUNA” y que convivía con
ROSA SILVANA RODRÍGUEZ JARAMILLO, “a” SUSANA, MÓ-
NICA, CECILIA, o MÓNICA SUSANA ESPINOZA TORRES, el
personal policial, cumpliendo con todas las formalidades legales,
monta un operativo para el allanamiento de este inmueble donde
se conocía se realizan frecuentes reuniones con un grupo aproximadamente
de 15 miembros de la organización”7.
El asalto a la casa se produjo en la madrugada y la versión policial,
a más de otros recaudos, señala que en la operación se
produjo un enfrentamiento armado:
“Al llegar y pese a haberse observado todas las medidas legales,
este sujeto abre fuego contra la Policía Nacional, disparando sus armas y poniendo en evidencia, el conocimiento que de éstas tenía
y la peligrosidad de su persona, circunstancias en las [sic] se origina
una balacera, como resultado de lo cual resibe [sic] el impacto
de algún proyectil y por esta causa, es recogido y enviado de inmediato
en una ambulancia, a una casa asistencia, donde se llega
a comprobar que ha fallecido en el trayecto, el sujeto RICARDO
ANTONIO MERINO SERRANO. Al incursionar en este inmueble
se encuentra un verdadero arsenal (…)”8.
Iván Francisco Corral, vecino de la casa 14-14, fue testigo ocular
de cómo se dio la incursión policial9. Recuerda que con sus
padres se percataron de que alguien ingresaba a su casa “…
sentimos que alguien se metía y salimos a ver en el patio (…),
eran unos policías vestidos de camuflaje [negro] con banderas
de Ecuador y nos hicieron solamente que nos acostáramos”10.
Según su versión, las fuerzas especiales descendieron por la pared
lateral de la vivienda en la que habitaba Ricardo Merino en
la calle Tarqui y añade que “(…) veía que había francotiradores
totalmente de negro, no se le reconocía a nadie; había unos 20”11.
En esos instantes escucharon disparos y, según refiere, no fue
posible que se haya producido un enfrentamiento, puesto que
“absolutamente no tuvieron tiempo ni para… (…), incluso me
he imaginado que le cogieron en cama, durmiendo, (…) totalmente
indefenso. Porque no hubo sino solamente desde arriba
el trrrr [sonido de disparos] y se acabó. No hubo tiempo para
una reacción, no hubo tiempo para nada”12.
Hugo España, en su libro El Testigo, relata el hecho de esta manera:
“El 28 de junio de 1986, hicimos el ingreso al domicilio de RICARDO
MERINO, miembro de la dirección nacional de A.V.C.
(…). Cuando hicimos el allanamiento le encontramos dormido
en la cama, ya que estos operativos siempre se realizaban en
la madrugada, por lo que la gente está en un profundo sueño.
Cautelosamente ingresamos a la casa y al entrar en su dormitorio,
se asustó (…). Indefenso en la cama, solamente con su
terno interior, los jefes del operativo le ordenaron que se levantara,
apegándole a la pared y descerrajándole impactos de bala,
a quemarropa (…), para luego decirnos que saliésemos al patio
delantero y comenzáramos a disparar como locos a las paredes,
techos y puerta, con balas de distintos calibres, para hacer creer
que fue un enfrentamiento o balacera, sabiendo que esto era un
montaje de un asesinato más. Él nunca sacó a relucir un arma y
si algo se le encontró, fue una pistola totalmente desarmada, sin balas; no puedo negar que había panfletos con las siglas “Alfaro
Vive Carajo” en esa vivienda, pero la ley es muy clara: ‘todos,
incluso los subversivos, tenemos derecho a la vida.’ También se
hace referencia que el Ministro de Gobierno Gustavo Lemos y el
Jefe del SIC 10 Milton Andrade visitaron una casa de seguridad
policial en Cuenca manifestando apoyo al operativo a nombre
del Gobierno”13.
Años después confirmaría su versión en una entrevista realizada
por el periodista Rolando Panchana en agosto de 1996, publicada
en la Revista Vistazo. Aquella vez, el ex agente fue más específico:
“Cuando lo tuvimos indefenso, lo pusieron contra la pared. Encontraron
una pistola desarmada, panfletos de AVC y más documentos.
Ahí el mayor le disparó.
- ¿El mayor Urrutia?

- ¿Él lo mató?
Sí. Merino fue muy valiente. Aún sabiendo que iba a morir gritó:
“¡Viva Alfaro, Carajo!” Después se armó una balacera para decir
que el hombre nos respondió, que nos recibió a bala.
- ¿Pero él nunca disparó?
Nunca. Tenía una pistola pero desarmada.
- ¿Cómo sabías que era el mayor Urrutia quién disparó, si tenía
pasamontañas?
Es que él era el jefe14, era el que estaba al mando. No había cómo
confundirse. Y además él ordenó que le pegaran otros tiros. La
versión oficial de la policía fue de que hubo una balacera”15.
Autoridades civiles y policiales realizaron un reconocimiento
del lugar de los hechos el 24 de julio de 1986 (un mes después
del hecho), tratando de verificar la versión de un supuesto
enfrentamiento. Intervinieron en la diligencia el doctor Raúl
Cordero Iñiguez, en su calidad de juez del tercer Distrito de la
Policía Nacional, el abogado Walter Rivera Morán como Fiscal,
y los peritos Segundo Rubén Díaz Gudiño y Néstor Marcelo
Barros Ortega.
El informe señala sobre el reconocimiento de la parte externa de
la vivienda (es decir, el ingreso desde la calle y el patio interior
de la casa) lo siguiente: “…dicha cerradura al momento de la diligencia no presenta huellas
de forzamiento. La puerta o portón, en general, presenta
características y estado normales en la misma que no podemos
observar huellas o vestigios de impactos de proyectil u otros forzamientos.
En la pared, tampoco observamos huellas o indicios que
puedan atribuirse a disparos de arma de fuego…”16.
Solo dentro de la vivienda, en donde se encontraba Ricardo
Merino, el reconocimiento del lugar establece que hubo señales
de disparos de arma de fuego. En otras palabras, el mismo documento
oficial, al señalar la ausencia de huellas que indiquen
disparos de armas de fuego en el patio interior de la vivienda,
así como en el portón de ingreso y la pared del cerramiento,
contradice la postura policial sobre una balacera.
Por otra parte, de acuerdo al protocolo de autopsia, Ricardo Merino
murió con tres impactos de bala: “Uno que penetra en la cavidad
craneana del lado derecho de la nuca (…). En el tórax han impactado
dos disparos, el uno en la región infraclavicular izquierda
(…). El otro penetra a dos cm. por dentro de la tetilla izquierda”17.
Señala también evidencias de que lo golpearon antes de asesinarlo:
“Se ha encontrado además la presencia de equimosis [moretones]
en el mentón y en la cara externa del hemitórax izquierdo”18.
El doctor Nicanor Merchán, director del diario El Mercurio en
1986, recibió una llamada telefónica en la que le anunciaron lo
que había sucedido: “Yo recuerdo que recibí una llamada en torno
aproximadamente las 2 de la mañana, no me percate de la hora
pero aproximadamente era entre 2 de la mañana”19. Enseguida se
comunicó con monseñor Luis Alberto Luna Tobar y ambos se
dirigieron al lugar de los hechos. Los dos ingresaron al inmueble
y constataron las condiciones en las que se encontraba el cuerpo
ya sin vida de Ricardo Merino. Monseñor Luna Tobar recuerda:
“Llegué (…) llamado por (…) Nicanor Merchán, que me despertó.
Llegué, como llegó también él, desde las casas de cada uno (…).
En esa habitación, en calzoncillo, no tenía más ropa, estaba muerto
un joven: Ricardo Merino (…). Ahí estaba Ricardo con un tiro
absolutamente evidente y cierto en la frente, y otro en el pecho. Me
pareció que tenía más heridas (…)” 20.
“Le vigilaban varios soldados enfurecidos, soberanos con un
muerto y con el testimonio que daban de la valentía del que lo
asesinó. Ricardo tenía bajo la almohada, había tenido bajo la al mohada – declaración de ellos mismos – una pistola desarmada
y además inútil (…). La pistola era vieja, enmohecida, esa era
su arma. Sin embargo, (…) todas las paredes de ese (…) cuarto
(…). Estaban todas (…) abaleadas. (…). Dijo cínicamente el
posterior Ministro de Defensa de Bucaram, un General de Aviación
21(…) que era un arsenal lo que había en esa habitación,
mentira que la han mantenido en los tribunales. No había más
que una vieja pistola en un cuarto de barro. (…) Los soldados,
los policías que quedaron aquí al cuidado del cadáver, nos dijeron,
cuando vimos su frente humillada por una bala, con el
tatuaje del disparo, preguntamos: ´¿Quién lo hizo?`... ´¡El jefe,
el jefe, el jefe!` Sabemos de sobra quién es el jefe que lo asesinó:
el jefe de ese grupo de soldados especiales que tenía el poder de
ese entonces22. Eso es lo que puedo decir, lo que puedo jurar, y
como sacerdote, lo proclamo”23.
Esa misma noche la Policía realizó otras incursiones en las que
detuvo a varias personas presuntamente vinculadas con Alfaro
Vive Carajo: “Al mismo tiempo se hacen otros operativos en
Cuenca, en donde cogen a varia gente presa, únicamente matan
a Ricardo. A los demás se los apresa”24.
informe casos 84-88 comision de la verdad

Ecuador: Ricardo Merino..."el olvido está lleno de memoria"


Cuenca, Ecuador. Año 1986, mes de junio, día 28. Un grupo de "élite" de la policía nacional ingresa en horas de la madrugada a una humilde habitación de arriendo, en una de las casas de un popular barrio de la ciudad. En la habitación, los policías encuentran al joven Ricardo Merino durmiendo, quien por la violenta irrupción de los agentes, despierta entre gritos, insultos, amenazas de los afectivos de seguridad, los que obligan a Ricardo, que está desarmado y en ropa interior, a ponerse contra la pared, para seguido descargar las armas contra su humanidad. Uno de los jefes del operativo ordena a los hombres disparar varias veces contra las paredes y el techo de la habitación. Después, silencio cómplice de la madrugada sin testigos.
Sábado 29 de junio 1986, la policía informa que uno de los líderes de la organización "Alfaro vive Carajo" murió en la madrugada en enfrentamiento con la policía, las radios locales ponen como ejemplo la labor cumplida, en la que según informan, gracias al profesionalismo de los cuerpos de seguridad, no se dieron bajas en las filas policiales, llegan fotógrafos, periodistas de los medios hasta el lugar de los hechos. Lo que encuentran es el cuerpo acribillado a plomo de Ricardo, unos cuantos panfletos de la organización "Alfaro Vive Carajo", y un viejo revolver sin munición. La versión de los jefes policiales dio cuenta de un enfrentamiento, en el que el "sedicioso" enfrentó con arma de fuego al ingreso de los agentes, por lo que los encargados del operativo tuvieron que hacer uso de sus armas, pues "el terrorista" no acató la orden de rendición.
Contaba yo 15 años de edad, mi simpatía por los militantes de AVC se había hecho evidente, una vez que escuché lo sucedido, la noticia me golpeó de tal manera que una actitud impulsiva agarré mi vieja bicicleta y pedalié agitado hasta el lugar de los hechos, al llegar me encontré con grupos de militares y policías que hacían guardia en la puerta de entrada de la casa, lugar del suceso, cierta alegría funesta irradiaba en sus rostros, mientras yo deducía que el cuerpo de Ricardo ya no estaba ahí. Agarré rumbo a la morgue del hospital público, era como que tenía un compromiso con ese hombre ahora muerto, sentía que tenía que estar cerca de él. Al llegar hasta la morgue, la escena se repitió, grupos, autos, agentes de la policía hacían guardia; al intentar acercarme hasta la puerta del anfiteatro, un policía uniformado me ahuyentó con la frase: " cuidado, los curiosos terminan igual"...le disparé una mirada llena de odio, me retiré al frente, donde desde la otra acera, lloré de impotencia e ira. Ahí me quedé mucho tiempo, hasta que la tarde cayó, entonces de regreso a casa, en respeto por la memoria de Ricardo, no hable de nada con nadie, un inquieto sueño fue el espacio donde creció mi pena y frustración contra este asesinato.
Ricardo, como Fausto, era uno de los mejores cuadros de esta organización, desde muy joven como dirigente en el colegio Mejía, luego en las filas del MIR, comprendió, entendió, razonó sobre los motivos y las causas de su opción revolucionaria, por lo mismo ejército y policía lo identificaron tempranamente y pusieron precio a su vida. Ricardo, por orden del comando central de AVC, se traslada a Cuenca donde tendría que desarrollar actividades de la organización, pero ya sus verdugos sabían sus movimientos y viajaron desde Quito para cumplir con su asesinato, nunca hubo enfrentamiento, la cobardía de los aparatos de terror oficial lo sorprendieron sólo, desarmado, acostado, así lo ajusticiaron en nombre de la oligarquía.
Muchos años después uno de los agentes que participaron del operativo, en testimonio ante una comisión de investigación declaro: " nunca hubo enfrentamiento, lo obligamos a ponerse de pie contra la pared de la habitación y disparamos, antes el joven, sabiendo cual era su final, alcanzó a gritar...¡ Viva Alfaro Carajo!
Honor y Gloria a Ricardo, humano de compromiso profundo hasta la vida, por la causa de la justicia social.
http://resistenciadelsur.blogspot.com/2010/06/ecuador-ricardo-merinoel-olvido-esta.html
TU LUCHA ESTA VIVA Y EN PROGRESO!!!!

1 comentario:

  1. tendran que llegar justicias y vidas de dignidad para todas y todos, como sus sueños, sus palabras, su vida

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