domingo, 27 de febrero de 2011

Carta abierta, amorosa, solidarida y feminista - por la muerte de Evelyn

¿Con qué tintas pintaré mi pena?

Mi pena que es la nuestra
y la nuestra que es la mía






¿De qué manera la entenderé?
¿Cómo la escudriñaré?
¿Y cómo descubriré cuanto me pesa?

Y sobre todo,
¿Cómo convertiré las penas en fuerza,
la fuerza en lucha, la lucha en alianzas,
las alianzas en victorias?

Para que no nos vuelvan a romper el alma

Y si la rompen,
que pueda yo abrir los ojos más rápidamente
y levantarme desde los pedazos
y con voz fuerte clamar por la justicia,
llamar al ejercicio de la libertad
y otra vez, con estas manos fuertes,
construir los puentes de la solidaridad

Poema náhuatl


Nosotras mujeres, todas, escribimos esta carta como un abrazo profundo, feminista, solidario, porque sabemos que el amor comprometido y generoso en medio de la violencia, tiempo histórico que se marca en nuestros cuerpos, es un espacio de resistencia viva.



El asesinato brutal y cruel a Evelyn, así como los asesinatos a Johana, Debora, Allison, Adriana y muchas mujeres ?trans o no- son parte del odio y violencia estructural sexista, racista y clasista que perdura en tiempos de una Revolución Ciudadana, tiempos de exacerbación del terror a la diferencia. Todas son muertes dolorosas e imperdonables porque la saña que las ejecuta es la misma que levanta el miedo y, sobre él, subjetividades insensibles, cómplices, cínicas y aptas para ser dominadas. ¿Qué expresan las marcas de cólera, odio y crueldad sobre senos, vientres, rostros, cuerpos sexuados en femenino, símbolos de la crueldad patriarcal? Tal vez la perversidad de una sexualidad que solo puede encontrar placer en el dolor de otra; la perversidad política que construye una sociedad a partir de la anulación mortal de la diferencia; la necesidad de aleccionar a todos, recordándonos que no podemos salirnos de la norma ni defender nuestra libertad porque nos puede ir muy mal. La crueldad marcada en esos cuerpos, muertos por defender diferencias ?inservibles? para el sistema, se expresa a través de mutilaciones, sangre, maltrato, violaciones, asesinatos, para hacernos saber de la existencia de un odio que defenderá con sus crímenes la prevalencia de un sistema desigual, machista, sexista, racista, patriarcal, misógino.



Y mientras la insensibilidad social se produce, el miedo es fomentado por medios de comunicación, tradicionalmente de derecha y por un gobierno supuestamente revolucionario, en donde ambos coinciden en promocionar un Estado securitario. Imágenes de niñas violadas y empobrecidas, ciudadanos asaltados, cualquier elemento que toque la sensibilidad pública frente a hechos abominables, cualquier cosa que provoque espanto ciudadano ante los llamados ?antisociales?. Frente al rostro ciudadano está la otra cara, rostro complementario, de todos los "indeseables", las "antisociales", las negros, la ¡pobre gente callejizada!, sospechosa, peligrosa. Es ahí donde se ubica a "las trans" como retrato de la más pura desviación, es ahí donde estaba Evelyn. Innumerables son las veces en que todos, todas leemos en los titulares de la prensa roja, escrita y televisada, "murió bajo su propia ley?, ?¡la mató su amante!? Explicaciones cómplices del orden securitario que formulan el asesinato de las llamadas ?antisociales? como crímenes pasionales, como destinos inevitables de la vida de l@s ?no ciudadan@s?. Así se invisibiliza la real problemática: una sociedad que no acepta a l@s otr@s con sus propias opciones sexuales y construcciones no enmarcadas en la moral burguesa; que les hace sospechosas y responsables del odio y la violencia que se ejerce sobre ellas en nombre de la seguridad ciudadana. Moral cómplice que justifica la violencia contra las trabajadoras sexuales sean trans o no por considerarlas parte de un trabajo inmoral, olvidando que ha sido la misma estigmatización, exclusión y opresión lo que ha fortalecido la explotación sexual callejizada a la que se ven expuestas; olvidando que esa misma sociedad securitaria es la prostituyente.



No es coincidencia que el clamor de ?más seguridad ciudadana" exista solo en la medida en que quienes estén seguros sean los "ciudadanos de bien" y no la niña, la mujer, la trans violentada por el Estado machista, familiarista y misógino. Servirá entonces para quienes son asumidos por el orden social como los deseables y decentes, y caerá con todo el peso de la injusticia cruel sobre quienes no lo son; servirá para criminalizar a las víctimas de la estructura, a aquellos "rezagos" de humanidad que no representan la gran masa de votantes. Por ello en este contexto de Consulta Popular, no se exige un pleno Estado de Garantías que nos asegure justicia social para todos y todas, sino un Estado Penal que se articule en la impunidad y legitime el orden social patriarcal.

Las dos caras del discurso de la seguridad ciudadana forman el rompecabezas perfecto para exigir la prolongación de la prisión preventiva y restricciones de medidas sustitutivas para aquellos y aquellas que atentan contra la ¡Tradición, la Familia y la Propiedad! Coartada perfecta para avivar la ansiedad social y, ¿por qué no?, para ganar votos en la Consulta de mayo. No es de extrañarse que funcionarios del gobierno utilicen las nociones más conservadoras de familia y buenas costumbres. Y que en un acto de negligencia extrema dejen de lado las causas y señales estructurales, legitimando en cada acto y en cada palabra la existencia de un patriarcado justiciero y policial. Mecanismos institucionales para justificar crímenes de odio. En esta dinámica perversa y cómplice la niña violentada, la mujer maltratada, la trans asesinada ya no importan tanto, lo que interesa es que sus imágenes se conviertan en un símbolo de vulnerabilidad, y se repita hasta el infinito su revictimización. Mecanismos mediáticos para legitimar el orden social. Y como parte de este orden blanqueado, patriarcal, clasista, racista tampoco importa la saña y odio con que se castigan los cuerpos impúdicos, irreverentes de las que transgreden la normativa de los géneros.



La complicidad pasiva silente de la sociedad con estos crímenes de odio genera a la larga, sociedades insensibles, que han roto todo tipo de acuerdo social, toda ética posible. Percibamos entonces los contornos del fondo que produce esta violencia estructural. Es en los hábitos y sentidos comunes, en lo cotidiano repetido, donde anida la violencia social. No es entonces solamente en actos extraordinarios de apariencia irracional. Está, se encarna en la represión, la marginalización, la alienación, la ciudadanización indiferente, el asesinato cruel.



Pero nosotras, todas, nos negamos a que el miedo se instale en nuestras vidas, nos empañe la mente, nos nuble el corazón. Nosotras, feministas, mujeres, nos reusamos a que los mecanismos y discursos violentos, misóginos de la seguridad ciudadana sean los que rijan nuestras vidas como marca de la revolución. Hacemos un llamado abierto y generoso para que no invadan nuestras vidas el miedo y la lógica del blanqueamiento patriarcal, clasista, sexista, la violencia sistémica cotidiana. Como mujeres, nuestro llamando es hacia la construcción de una sociedad en la que la reivindicación de lo femenino en nuestros cuerpos nos permita ser libres.


Casa Feminista de Rosa

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